El Principio de la Sabiduría

Por Fanny Vera

¿Has escuchado frases similares “no te unas a alguien diferente a ti”, “esa persona no me parece confiable”, “ustedes son muy diferentes”, “él o ella no es para ti”? Son palabras pronunciadas por alguien probablemente muy cercano a ti, para hacer referencia a una persona que por alguna razón tú has elegido para hacer algún tipo de alianza.

Si nos trasladamos a nuestra etapa de la juventud, quizá la primera vez que lo escuchaste fue en el seno de tu hogar. Tu mamá o papá las pronunciaron cuando tenías amigos no deseados; quizá cuando iniciaste alguna relación de noviazgo; o posiblemente haciendo referencia de algún compañero de apartamento que tenías para cubrir juntos los gatos.  Quizá te lo repitieron en varias ocasiones y jamás le prestaste atención; o consideraste que ellos estaban equivocados.

Interesante sería en este momento saber si ellos tenían la razón de lo advertido.  Si ellos no se equivocaron, me gustaría saber cuál fue esa experiencia vivida.  Y mi pregunta al respecto es ¿había la necesidad de vivir esa situación?

Si hablo de mí, cuántas situaciones quisiera evitarle a mi hija; cuidarle sus pasos; hacer que tome la mejor decisión. Cuando en ocasiones me dice que le permita aprender por sus propias experiencias, me digo a mí misma “no hay necesidad, si yo se las puedo evitar”.  Sin embargo, tiene toda la razón. Ella asume y asumirá responsabilidades en la que yo no puedo intervenir. No obstante, el único recurso que tengo, es ponerla en las manos de Dios, orar por ella, para que Dios haga su propósito en ella; y especialmente, lo que he hecho, es sembrarle valores que la ayuden a tomar las mejores decisiones.

En un escenario de adultos, probablemente alguien nos lo dice o advierte cuando asumimos una relación de pareja; cuando buscamos un socio para iniciar algún negocio; cuando seleccionamos como «amigo» a un compañero de trabajo que tiene «mala vibra»; cuando decidimos emprender un camino con alguien para que nos acompañe en ese espacio. 

En estas circunstancias, tenemos que ser muy cuidadosos en la selección de esa persona. ¿El propósito? Evitar de esa manera diferencias que conllevan a la intolerancia y por ende a las discusiones incontroladas. Cuando seleccionamos de la forma correcta, se generan soluciones idóneas favorables para las partes, porque es muy probable que se tengan los mismos intereses y principios; se lleva con éxito el proceso de la comunicación; disminuye el número de inconvenientes que podrían traer consecuencias que afecten nuestro paso por esta vida.

Hay dos versículos que para mí son oportunos mencionar para que aclaremos un poco más este punto.  

Proverbios 13:20 reza “Camina con sabios y te harás sabio; júntate con necios y te meterás en dificultades.”

Y es que no importa la edad que tengamos para escuchar un buen consejo.  Cuando decidimos a quien traer a nuestras vidas, por la circunstancia que sea, tenemos que saber cuáles son los valores de esa persona. Si están en el mismo nivel que el nuestro o por encima, que sería el estatus ideal. No podemos juntarnos – como dice el versículo – con individuos cuyas virtudes las dejaron a un lado.  

Caminar por la vida con un socio, novio, esposo o esposa por senderos desiguales tendrás que asumir las consecuencias que todo esto conlleva.

No estoy haciendo referencia a desacuerdos como por ejemplo los gustos por algún tipo de comida; sí tu prefieres bailar y el otro no; o sí prefieres trabajar como empleado y al otro como emprendedor; si tu quieres una oficina grande y tu socio pequeña.

No, esas no son las desigualdades a las que me estoy refiriendo.  Estoy hablando de aquellas relacionadas con los valores morales y espirituales con las que debemos estar abrigados. Armas para protegernos de las discrepancias que hoy observamos en la vida de parejas, entre socios, amigos; inclusive, en el seno del hogar entre hermanos.

Seleccionar al alguien para emprender algo nuevo se puede convertir en una mala decisión, que en ocasiones te llevan a perder tu mejor condición como persona para bajarte un nivel en el que jamás imaginaste.  No escuchar a quienes te lo advierten y especialmente, no abrir tus oídos a la palabra de Dios y decidir mantenerte alejado de Él, puede traerte consecuencias graves que lamentar.

El otro versículo que se ajusta a esta enseñanza es 2 Corintios 6:14 que dice “No estéis unidos en yugo desigual con los incrédulos, pues ¿qué asociación tienen la justicia y la iniquidad? ¿O qué comunión la luz con las tinieblas?”.

Tú que estas leyendo este artículo. Mi propósito es decirte habla con Dios cada vez que quieras sumarle algo nuevo a tu vida en la que necesites involucrar a otros.  Debes atraer gente buena, quizás con sueños opuestos a los tuyos; pero con valores similares o más profundo que los tuyos, para que caminen por el sendero correcto y en todo caso, deje una huella positiva en ti y tú, en esa persona. Que te sume y no reste.  Que se acompañen en un transitar donde se enseñen, aporten y crezcan.

Cuantas veces hemos escuchado acerca de graves errores en el matrimonio, entre socios y amigos cuando uno de ellos quiere caminar por el sendero de la oscuridad y el otro, por el camino de la luz.

No es necesario que te equivoques.  Pon cualquier relación que quieras emprender en las manos de Dios. Pídele discernimiento para saber elegir; y que te permita ver en los ojos de esa persona – con la que quieres emprender algo nuevo – si existe en ella el temor de Dios, que no es otra cosa que el principio de la sabiduría.

Te invito a caminar bajo su dirección y el Dios Todopoderoso te pondrá las personas idóneas en tu camino para alcanzar tus sueños.

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